LIC. GABRIELA
LÓPEZ MENDÓZA
DE ELENA PONIATOWSKA
Una de las primeras impresiones,
al tener en mis manos la entrevista de uno de los grandes de la literatura
universal, no fue para nada “pauperrismo mental”; paradójicamente, una lectura
tan pequeña, fue capaz de causar una de las emociones más fecundas. Años atrás,
tuve la oportunidad de leer El Aleph y me imaginaba un universo de posibilidades y
realidades; todo en un solo punto convergente… Maravilloso.
Ahora, de manos de “mi” Elene Poniatowska, trae a mí, la
entrevista de uno de mis personajes favoritos, y como generalmente pasa, uno se
observa a sí mismo concibiendo a los “grandes” sólo por sus obras; esta
oportunidad significó la construcción de un Borges más humano, más cerca de mi
ser, menos idealizado.
Si bien conocía su ateísmo y su
terrible ceguera; me eran extrañas sus formas de trabajo, ideas, su hermosa
timidez, esa posición casi autista del hombre más ateo y más espiritual que
haya conocido.
Su postura amable y su trato
humano lo elevaban más allá de cualquier posición política; aunque tengo que confesar que lo imaginaba
más “izquierdoso”; no un reaccionario inmoderado, pero si más enérgico; Borges
a través de su obra enmarcaba una de la posiciones humanas más exquisitas, la
filantropía.
La obra de Elena muestra a
nuestro personaje principal; deja caer de ipso
facto el telón de un mito y muestra un ser humano con virtudes y defectos;
alentado por su olimpo amor a la escritura, inicia toda una senda que han de
seguir muchos de los escritores y literatos latinoamericanos; un camino marcado
por la escritura fecunda heredable a la humanidad.