lunes, 9 de septiembre de 2013

De cal y piel Testimonios de Puebla de los Ángeles Mireia Viladevall i Guasch

Bajalo asi de facil:


El presente libro de Mireia Viladevall i Guasch, De cal y piel , es un excelente trabajo donde la autora
muestra una vez más no sólo el interés y curiosidad
por conocer la historia de Puebla la urbe, sino también por
sus habitantes, poblanos todos pero de diferentes orígenes,
creencias, ideologías y pertenencia de clase.

Para Mireia todos son importantes sin distinción, siempre y cuando le hablen con sinceridad y le respondan a sus múltiples preguntas, que me imagino han de haber sido muchas, pues ella siempre desea llegar a la profundidad de las cosas, es decir, al conocimiento de las mismas.

De ahí que el título, como bien lo explica, se trata “de reconocer no sólo la piedra sino también la piel que la habita”.

Puebla de los Ángeles, ciudad en la que ella también ha sido piel que la ha
habitado, vivido, disfrutado y padecido durante lapsos importantes de su desarrollo tanto per sonal como intelectual. No obstante su juventud ha sido testigo de la serie de transformaciones que han convertido a Puebla en una ciudad de las más grandes en densidad e importantes de la República, y ha estado presente en discusiones que se han celebrado en diversos ámbitos de la vida política y cultural sobre esos cambios.

Ha escuchado diversos argumentos en pro y en contra de la construcción de una nueva vialidad acorde a la velocidad que exigen los tiempos actuales, o de la posible remodelación del centro y de barrios antiguos.

Ella misma ha opinado al respecto no sólo desde la academia
con sus anteriores libros, sino también utilizando
el foro de los periódicos poblanos Síntesis y El Universal.

Algunos materiales que en esta publicación nos presenta
han sido ejemplo de esto.
A su vez, la autora, como buena andante, deambula
por distintas partes de su ciudad, tránsito que produce un
estado que algunos especialistas, desde el horizonte de la
psicología, consideran similar al del sueño. Es decir, los
buenos caminantes transitan por la ciudad, de la misma
manera que por sus sueños. Así podemos entender cómo
es posible que algunos entrevistados le revelen y compartan
sus experiencias con el volcán Popocatépetl (como lo
conocemos nosotros, don Gregorio para los habitantes de
Santiago Xalintzintla, poblado ubicado en sus faldas, o
por Rodrigo Agustín) o los relatos épicos de comerciantes
y prestadores de servicios como el de la bolería de don
Manzanita, o de la Nueva España, establecimiento que
ofrece artículos para caballeros, de don Antonio Álvarez
o de la dulcería La Cristalina que heredó de su madre don
Eugenio Casián. O las narraciones de los que no han sido
tan afortunados en el desarrollo de sus oficios y negocios
debido, entre otros motivos, a las transformaciones de las
actividades laborales en nuestra hoy sociedad posindustrial.
Ejemplo de esto son los testimonios de don Ángel,
herrero de profesión y de su hermana Natalia, fierrera, que
dan cuenta de las peripecias que han tenido que pasar para
continuar con el mercado de fierros o el de Miguel Moreno
Gutiérrez, tejedor orgulloso de su oficio al que dedica toda
la vida, trabajador de La Constancia, en donde se jubila
en 1970 al cumplir 60 años de edad, para solicitar, veintiún
años después, ser el encargado de “apagar el último rodar de las máquinas” de esa fábrica que cerraba con el
argumento de resultar incosteable.
Por otra parte, las entrevistas a los arquitectos Everardo
Morales y Ambrosio Guzmán son de gran interés para
comprender quiénes y cómo discuten y deciden los cambios
urbanos, tanto de los usos de los inmuebles como de
las remodelaciones de los espacios públicos.
Por último, en el orden que la autora da a sus textos
—los cuales pueden seguir otro que el propio lector elija—
encontramos el del Barrio de los Sapos, donde ofrece una
visión de conjunto del mismo e indica sitios y recovecos
que han hecho famoso e importante este lugar para sus
habitantes. También da cuenta de los cambios que lo han
asolado, los cuales en muchos aspectos, son similares a
aquellos de los barrios céntricos de las ciudades, donde
las actividades comerciales y de turismo alteran los usos
y apropiaciones de los espacios tanto privados como
públicos.
Para finalizar, me gustaría comentar sobre el lenguaje
que utiliza la autora para dar cuenta de todo lo antes descrito;
lenguaje que fluye al ritmo de las conversaciones
entre amigos y que por momentos se torna poético y de
gran plasticidad, que despierta los sentidos para poder
apreciar los colores, las texturas, los olores, los sonidos y
los sabores de esa angelada ciudad de nuestro país.

Patricia Pensado Leglise
Jefa del Área de Historia Oral del
Instituto de Investigaciones
Doctor José María Luis Mora.

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