La Tutoría ha
estado presente en diferentes épocas, espacios formativos y niveles educativos,
tanto nacionales como internacionales, y se ha considerado como una disciplina
que contribuye a la formación integral del alumnado. En este sentido, la
Tutoría se considera un tiempo para el acompañamiento y la gestión de un grupo
escolar coordinado por un docente. Éste, en su carácter de tutor, contribuye al
desarrollo personal, social, afectivo, cognitivo y académico de los alumnos, es
decir, a su formación integral. Por esta razón, Tutoría no es una extensión de
la asignatura que imparte el docente, tampoco un periodo para realizar repasos
o asesorías académicas de las asignaturas, ni para desarrollar actividades sin
intención didáctica que desvirtúen su naturaleza.
La Tutoría
promueve, desde la voz y acción de los adolescentes, procesos de
autoconocimiento, diálogo, reflexión, autorregulación, desarrollo de
habilidades, asertividad, identificación de factores de riesgo y de protección,
escucha activa con sus pares y su tutor, los cuales coadyuvan en la convivencia
y la conformación de su identidad. Asimismo, el espacio curricular de Tutoría
está destinado para desarrollar actividades de reflexión, análisis y discusión
del grupo en torno a situaciones de su interés, y además se plantea el trabajo
de acuerdo con el desarrollo de cuatro ámbitos, descritos en el apartado
“Ámbitos de acción tutorial”, a partir de los cuales se promueve la creación de
un ambiente escolar que propicie la integración, la participación y el
mejoramiento de la convivencia social (al J. M., 2011).
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