lunes, 19 de marzo de 2012

La aventura de los conquistadores Antonio Cebrián Juan


Antonio Cebrián Juan. La aventura de los conquistadores.

España, ed. La Esfera de los Libros, 2006.

ENTRE PAIROS Y DERIVAS

El libro que llega a nosotros de manos de nuestro autor[1], narra de forma breve y elocuente, aquellos años de aventuras y odiseas de todos aquellos personajes que abandonaban una vida llena de agobios y miserias; y que encaminaron sus pasos hacia tierras desconocidas, atravesando el gran océano Atlántico en pos de alcanzar el ansiado sueño de riquezas, gloria y aventuras.

Efectivamente, como nuestro autor menciona, este libro no pretende ser una guía precisa de eventos, sino un testimonio de las acciones de varios y muy diversos personajes que se entregaron a la búsqueda de una mejor vida que la que tenían en la vieja Europa. Primeramente viene a nosotros la visión y la entrega de un hombre cuya obstinación por encontrar una ruta por Occidente[2] con dirección hacia India y China lo llevaron a ser el primer europeo en navegar por aguas caribeñas, es decir, toparse con un continente nuevo y desconocido hasta ese entonces por la inmensa mayoría de los europeos meridionales[3].

Luego de adentrarnos en las líneas del primer capítulo nos topamos con los acontecimientos de los grandes cartógrafos de América, uno de ellos, ---uno de los más admirables junto con Magallanes— con la idea de hallar una ruta segura rumbo a los productos que Asia podía ofrecer. Este personaje y su tripulación fueron los primeros hombres en constatar que la tierra que bordeaban no era una prolongación de la península asiática sino un nuevo continente ---¿Cuál será?--- cartografiando miles de kilómetros de costa, ¡claro! No podía ser otro que Américo Vespucio. Otro de los grandes cartógrafos fue Fernando de Magallanes, menospreciado por la corona lusa, encontraría la tan ansiada ayuda en territorio español llevándolo a ser él y su tripulación los primeros en circunnavegar el globo. Magallanes partió en busca de una ruta por Occidente hacia las islas de las Especies sin embargo falleció en un enfrentamiento con indígenas filipinos.

Básicamente los capítulos del libro se dividen de acuerdo a las características de los personajes; descubridores y cartógrafos uno de mis favoritos fue el que trato a Vasco Núñes de Balboa[4], abriendo el escenario a los primeros exploradores cuyos ingenios militares les valieron el título de “Grandes Conquistadores”; en las líneas de estos capítulos destacaré al ingenioso Hernan Cortes, que por cierto me encanta como lo describe físicamente nuestro autor (juasjuas…)[5] y Francisco Pizarro. Los que ayudaron en estas empresas con financiamiento o con recursos humanos y materiales, colonos y

exploradores, terminando con aquellas experiencias tan desafortunadas como las de Álvar Núñez Cabeza de Vaca.

Mencionaremos, por último los últimos capítulos del libro, aquellos que murieron en una de las empresas más duras y por supuesto, menos apreciadas, me refiero al esfuerzo de todos aquellos religiosos que se apresuraron en acompañar a los rudos y curtidos exploradores adentrándose en espesas selvas y enormes cordilleras, todos los frailes y religiosos benévolos, devotos a dar firme protección y bautismo cristiano a miles de indígenas arrebatados por el cañón y el frio acero de sus territorios; a esos valientes dominicos y jesuitas que dieron la vida por una incipiente lucha en contra de esclavistas portugueses y colonos opresivos e inhumanos. Uno de estos destacados personajes fue Fray Bartolomé de las Casas que se mantuvo férreo a su ideología de igualdad y respeto hacia los indígenas.


[1] Juan Antonio Cebrián.

[2] Muy fuera de los habitual, dadas las circunstancias de la Europa de aquella época.

[3] Basta recordar las sagas islandesas acerca de la colonización encabezada por Erick el Rojo y las sagas noruegas que relatan la historia de Leif Ericson (hijo de Erick el Rojo) y los asentamientos en Terranova.

[4] Descubridor del Pacífico.

[5] Cosas que se aprenden cuando se conversa con alguien como la Dra. Rosa de Lourdes, Carmelo Arreondo o Don Miguel de León-Portilla.

No hay comentarios: