BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
COLEGIO DE HISTORIA
Profesor: Arqueóloga Citlalli Reynoso Ramos
Nombre del curso: Mesoamérica
Alumno: Benjamín Pérez Armas
Fecha de entrega: 25 de Septiembre del 2006.
Control de lectura XI
PERIODO FORMATIVO. LA INFLUENCIA OLMECA EN MESOAMÉRICA. CHALCATZINGO Y TEOPANTECUANITLAN
En la lectura de David C. Grove[1], se tratan y analizan los rasgos más importantes y característicos del sitio arqueológico de Chalcatzingo. Localizado en el centro del valle de Amatzinac, a los pies de los cerros de Chalcatzingo y Delgado. El actual pueblo de Chalcatzingo surgió durante la época colonial; está situado a 1.5 Km. al norte de los cerros y sus tierras de cultivo abarcan parte del sitio arqueológico. Los vestigios arqueológicos indican que hacia el 1000 a.C. el área de Morelos ya estaba densamente ocupada por pequeños pueblos agrícolas del periodo formativo. La gran similitud entre los artefactos del periodo formativo hallados en los sitios de Morelos y los del valle de México nos demuestra que las dos regiones estuvieron estrechamente relacionadas culturalmente durante todo este periodo. Sin embargo Chalcatzingo es el único lugar conocido, anterior al 500 a.C. situado en el valle de Morelos de la Región México-Puebla, que cuenta con una importante arquitectura pública y monumentos de piedra tallada parecidos a los olmecas.
Las primeras exploraciones en Chalcatzingo se hicieron en 1934 y estuvieron a cargo de la arqueóloga Eulalia Guzmán, a quien le llamo la atención el sitio por rumores acerca del hallazgo de una enorme escultura de piedra encontrada dos años antes por unos niños (la historia se puede encontrar completa en la página 166 de la lectura). Pero las excavaciones arqueológicas no se llevaron a cabo hasta 1953, investigación dirigida por Piña Chan quien ayudó a situar cronológicamente el sitio en el periodo Formativo.
El segundo proyecto de investigación (1972-1976) fue dirigida por los arqueólogos jorge Angulo, Raúl Arana y nuestro autor; de esta investigación se sabe ahora que la ladera del cerro de Chalcatzingo fue habitada y cultivada en 1500 a.C. A lo largo de la ocupación del sitio se pueden establecer tres fases de ocupación: Fase Amate (1500-1100 a.C.), seguida de la Fase Barranca (1100-700 a.C.) concluyendo en la Fase Cantera (700-500 a.C.); fue durante este último periodo que el sitio alcanzó su máximo tamaño y su mayor importancia.
Dentro de las líneas de esta lectura se nos describe con detalle los bajorrelieves de este sitio arqueológico, las características de estos (destacando la escena sobrenatural en la escultura denominada monumento 12, donde aparece representada una persona con los brazos extendidos. Por ello se le nombró “El volador”.) y su ubicación. Además se describe la arquitectura temprana; sobre todo se hace hincapié en los rasgos arquitectónicos del sitio y la influencia olmeca que se deja ver (se menciona también la representación de una mujer –monumento 21— y las similitudes iconográficas entre este monumento y el lejano sitio de Teopantecuanitlan). Es difícil encontrar una respuesta favorable acerca de la interrogante del porque durante un periodo de aproximadamente 200 años, los jefes de Chalcatzingo adoptaron el estilo de arte monumental olmeca para realzar su prestigio.
Guadalupe Martínez Donjuán y su lectura Los olmecas en el estado de Guerrero[2], Es básicamente un análisis que trata los temas relacionados con la presencia de la “cultura olmeca” en el estado de Guerrero. Este estado arqueológicamente carece de una identidad cultural que lo tipifique. Ha sido descrito como “un territorio de paso de influencias”, Es innegable, sin embargo, que en Guerrero hubo desarrollos locales y regionales; la tradición lapidaria es un ejemplo. La técnica del tallado se gestó desde tiempos muy tempranos; se impulsó con los olmecas y se gesto en el estilo mezcala. Desgraciadamente el saqueo, devastador e incontrolable, ha destruido gran parte de los elementos coyunturales para definir las características de estos y otros desarrollos regionales, entre ellos el olmeca. Nuestro autor menciona que por causa del saqueo desmedido, Guerrero ha sido uno de los principales abastecedores de piezas olmecas desde hace muchos años. Por los años cuarenta Miguel Covarrubias, al estar en contacto con la gran cantidad de objetos que circuló en esos años, llegó a proponer a Guerrero como cuna de la cultura olmeca, tras analizar las piezas de saqueo. Tiempo
después y basado en un estudio de hachas votivas, Wicke, propuso lo mismo para Oaxaca. La controversia no se hizo esperar (imaginaos el porque). Las piezas de saque no representaban un argumento válido para el grupo que defendía (con estudios y hallazgos in situ) la génesis del Golfo.
Fue en el año de 1983, cuando un sorpresivo hallazgo olmeca, el del sitio monumental de Teopantecuanitlán, empezó a hacer reflexionar a varios investigadores sobre lo plantado acerca del origen y desarrollo de la cultura olmeca. Aunque como menciona nuestro autor, no se pretende en su lectura establecer el origen de la cultura olmeca, simplemente darle el lugar que tiene en Guerrero el desarrollo de la cultura olmeca. Pues en el estado de Guerrero la interpretación de los restos arqueológicos vinculados con la cultura olmeca se vincula con la influencia de la difusión religiosa, de conquista militar, colonización, relaciones de intercambio comercial y alianzas matrimoniales que llegaron desde “la zona nuclear olmeca”. Parte de las manifestaciones de la cultura olmeca en Guerrero están representados por las pinturas de Juxtlahuaca y Oxtotitlán[3], así como por diversos objetos de barro, de jade y otro tipo de piedras encontradas en Olinalá, además de muchos otros objetos.
En esta lectura también se mencionan varias zonas con detalles propios de la cultura olmeca: Tepila, Texayac Coovisur y Temixco II. Por supuesto se menciona el sitio arqueológico de Teopantecuanitlán[4], localizado en el municipio de Copalillo, al sur de un pequeño valle intermontano flanqueado por elevaciones montañosas. Nuestra autora menciona que de las 161 hectáreas en que fue delimitado oficialmente esta zona arqueológica, sólo se conoce el 10%. Naturalmente en las líneas siguientes de la obra de Martínez Donjuán se describe la zona arqueológica, se sitúa cronológicamente, se hace mención de la arquitectura de este lugar; se describen las características del recinto, El canal, La Plataforma Norte, las estructuras 2 y 3, Las tumbas de bóvedas Falsa, Los Hornos y el juego de pelota.
Teopantecuanitlán refleja, a través de sus obras, el conocimiento y el dominio, cuya extensión alcanza a sitios como Coovisur y Temixco II. Su hallazgo ha venido a remover viejas tesis y si esto hubiese sucedido en los años cuarenta, hubiese puesto en disyuntiva a varios de los antiguos defensores de la génesis olmeca.
[1] S/A. Grove C David. Los Olmecas en chalcatzingo. En: Olmecas en Mesoamérica. Ed. El equilibrista. México. pp.:165-173.
[2] S/A Donjuán Martínez Guadalupe. Los olmecas en el estado de Guerrero. En: Olmecas en Mesoamérica. Ed. El equilibrista. México. pp.: 143-163.
[3] Juxtlahuaca en el nombre de unas extensas grutas localizadas cerca del poblado Colotitla, en el municipio de Quechultenango a 42 km. de Chilpancingo. En ellas se encontraron los restos óseos de enterramientos humanos y tres pinturas olmecas. Estas pinturas fueron dadas a conocer en 1967 por Carlo Gay.
En Oxtotitlán se hallaron pinturas en dos grutas juntas y de poca profundidad, cerca del poblado de Acatlán en el municipio de Chilapa, al norte de Juxtlahuaca. Fueron dadas a conocer por David Grove en 1968. Además de otras pinturas como las de Cacahuaziziqui, ubicadas en el municipio de Copanatoyac, en la región de la montaña y fueron dadas a conocer por Villela en 1989.
Para mayores detalles de las pinturas, las lecturas completas se encuentra en las páginas 149 y 150 de la obra de nuestra autora: Guadalupe Martínez Donjuán.
[4] Teopantecuanitlán significa “el lugar del templo de los dioses jaguares”.
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